“Pandora,
única manifestación divina
De esta Sociedad Discordante
En la cual, cada día,
Tú aprendes más y comprendes
menos.
Vosotros, tribu de filósofos,
teólogos, magos, científicos
Maestros, payasos, curas pedófilos,
Violadores de género, represores,
señores de la guerra
Y maníacos similares
Sabed que vuestra única amada intrigante
es Pandora
Diosa de la Esperanza que
desespera
Y que sin ella
No somos más que bobos de baba
O unos espabilados de mierda”.
-Gerineldo Fuencisla
¡Qué de cuántas cosas¡
Veamos qué pasa en la Historia
mitológica
Y verídica de los tiempos:
Habla, Voltaire, que te escucho en
tu Pandora
Mujer Símbolo de la rebelión
metafísica y religiosa
Y tú, Nerval, habla en la tuya
Donde evocas los sufrimientos que
produce
Una mujer coqueta y frívola, sí.
Aquí están Prometeo, Epimeteo y
Atlante (Atlas)
Hermanos hijos del titán Jápeto y
de la oceánida Climene
Atlante se ha ido a seguir
soportando sobre sus hombros
La bóveda celeste
Como castigo por haber participado
a favor de los gigantes
En su lucha contra Zeus.
Se ha descuidado Epimeteo de
repartir sus raciones de pupilaje
A un pupilo, su gato Zeus
Que mía junto a él
Para recordarle de buen modo
Que le diese la ración prometida
por Prometeo, su hermano.
¡Zape allá¡ le ha gritado Pandora
La primera mujer, la más bella de
todas las habidas
Perturbadora del ánimo
Y que trae consigo cavilaciones y
molestias
A quien Hermes introdujo, en su
corazón
El mal y el engaño.
La Tierra, sin la Mujer, no era
nada
Así, Hefesto con Atenea
A instancias de Zeus, dios Supremo
Crearon una criatura maravillosa a
imagen de los inmortales:
A Pandora, “la de todos los dones”
Quien no logró su traza, trabajo y
diligencia
Pues, en lugar de acertar y ganar
Salió con daño y pérdida.
Enviada como regalo a Epimeteo
Con un cofre, especie de arca de
tapa convexa
De forma curva
Y saliente hacia lo exterior
Cosa rara y primorosa
Por contrariar a su hermano
Prometeo
Que había robado el fuego divino
Le sedujo y se casó con ella
Desoyendo los consejos de su
hermano:
-Habla que te escucho
Le había dicho Epimeteo, el
imprevisor
A su hermano Prometeo, el previsor
Mecánico reparador y chapista de
la especie humana
Gracias al fuego celeste robado
Con el que hizo más humanos al
hombre y a la mujer
Pero para nada.
-Antes que te cases con Pandora,
mira lo que haces,
Y cuidado con los regalos
Que los regalos de los dioses
No son buenos, le había advertido
éste
Respondiéndole Epimeteo:
-Más vale sudar que no estornudar,
hermano
Haciéndole Pandora momos de asco
Muecas o gestos para mofarse de él
Alegrándose de que volviese a su
roca del monte Cáucaso
Donde cada día aparece el águila
de Zeus
Para devorarle el hígado
Que vuelve a crecerle
Y se convierte nuevamente en rapaz
alimento
Cogiendo y teniendo en sus manos
el cofre
Con el deseo ardiente de saber y
averiguar
Lo que en él hay
Que la excita y merece excitarla
Aun a sabiendas de que “la
curiosidad mató al gato”.
Pandora lo abrió
Aunque otros dicen que fue
Epimeteo
Al instante de abrirle, todos los
males del género humano
Que allí estaban encerrados
Escaparon y se extendieron por el
Mundo.
Pandora, no obstante, con mucho esfuerzo
Empleando todo el vigor de su
ánimo
Consiguió cerrar el cofre
Pero demasiado tarde
Soló quedando dentro la Esperanza
Tan engañosa como la Vida misma
Y una manzana de la Discordia
Fruto de oposición de voluntades
Y de opiniones permanentes.
¡Ah¡ escuchemos miar al gato:
“Pandora, diosa de la Esperanza
¿Eres seria o eres tonta?
Tú eres la única manifestación
De creer que ha de suceder algo
Con la esperanza de esperar más
Y confiar menos.
-Daniel de Cullá
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