De tiempos inmemoriales, Navidades, Magos y animales
Documento con fecha
martes, 07 de enero de 2014.
Publicado el
martes, 07 de enero de 2014.
Autor: Nazanín Armanian.Fuente: Público.
Autor: Nazanín Armanian.Fuente: Público.
Primer escenario: Nacen algunos dioses
No se sabe si fue antes o después del Big Bang cuando la diosa Zarvan
(Tiempo, en persa) empezó a soñar en tener descendencia. Durante mil
años ofreció sacrificios a las deidades superiores, inconsciente de que
ya estaba gestando en su vientre a Ahura. Dudó del poder de aquellas
fuerzas en satisfacer su deseo, y éstas no se lo perdonaron: implantaron
en sus entrañas la semilla de Ahriman, quien sería el Amo de las
Tinieblas, del Frío, de la Ignorancia y de la Maldad. Luego unieron su
existencia a la de su gemelo Ahura, la divinidad de la Luz, del calor,
la Inteligencia y la Bondad.
Así, nacieron el dios y su antagónico, el demonio (ambos asexuados),
acompañados cada uno por doce ángeles, seis del sexo femenino y seis del
masculino (como A.mordad «Inmortalidad» y su contraria Mordad,
«Muerte») que les ayudarían en cumplir con su misión: hacer feliz a los
seres humanos o conducirles hacia el infierno de la desgracia.
Con el tiempo, Ahura fue identificado con Mithre, El Sol, que cada año
en la noche más larga, el primer día del primer mes del invierno,
bautizado «Dei» (de ahí el término deidad), o sea, el 21
de diciembre, vencía a la Oscuridad con la ayuda de un mar de antorchas y
velas encendidas por las criaturas humanas que así ahuyentaban a
Ahriman, dando la bienvenida a la reina del Cielo. Esta fiesta de origen
agrícola que en la lengua arameo siríaco se llama Yalda «Nacimiento»,
aun hoy se celebra en Irán y los antiguos dominios del imperio persa de
Asia Central.
La magia y la coherencia de este mito hicieron que en el siglo III, el
emperador Aureliano estableciera el 25 de diciembre el festival de Dies
Solis Invicti, y el Mitraismo como la religión oficial del imperio. Fue
por la habilidad de los líderes cristianos que se paralizó su avance:
pues adoptaron buena parte de los conceptos y liturgias de aquella fe:
así Jesús se pareció a Ahura, los curas se hicieron llamar padre,
coronaron la cabeza de sus obispos con el tocado Mitra, se celebró
bautizo y oblación del pan redondo como el cuerpo del sol, y se tomó
nota del mito de la concepción virginal de Sushians, El Salvador
mítrico, que aparecerá algún día nacido de una doncella virgen para
poner paz en el mundo.
Luego, con el fin de mostrar que su credo es bien recibido por aquella
religión popular, contaron que un 6 de enero tres Mogs (de la casta
sacerdotal mitraísta, con supuestos poderes sobrenaturales mágicos) de Oriente, cuyos nombres suenan a los de soberanos míticos medo-persas, Manucher, Garshasp y Bastavarai, habían ido a dar la
bienvenida al Niño Jesús. Relato inexistente en la historia mítica y
real de Persia, además de inverosímil, teniendo en cuenta que estos
sacerdotes persiguieron duramente a otros rivales como los fieles del
profeta Mani (Irán, s.II). Bueno, con la misma dureza que la iglesia
católica hostigó a los cátaros, los devotos occidentales de aquel líder
religioso.
Hoy, poco o nada queda de espiritualidad en las instituciones
religiosas, dirigidas por expertos en explotar los miedos de un ser
humano débil y vulnerable ante las fuerzas despiadadas de la naturaleza y
del mercado neoliberal. Los mercaderes de la fe siguen
vendiendo humo o parcelas del Cielo, alquilan monasterios y abadías
(término persa, “oasis”), que antaño eran refugios gratuitos de
los errantes, místicos y los disidentes anti sistema, como si fueran
hoteles; sus compinches políticos, a la vez que juran sobre la Biblia su
cargo, se ríen del Jesús de la “no violencia”, trafican con armas,
matan bajo los bombardeos a miles de inocentes, y aun así, y sin
ruborizarse, defienden el “derecho a la vida” no los no nacidos.
Segundo escenario: Navidad en Oriente Próximo
Aquí, pocas celebraciones, y no porque Arabia Saudí haya declarado la
guerra a quien las haga, sino por las guerras y las persecuciones
religiosas que no cesan. Oriente Próximo se vacía de los cerca de 20
millones de sus cristianos, y eso a pesar de la milenaria convivencia
pacífica entre ellos y una mayoría musulmana, que puede encontrar en su
Corán unas 25 veces el nombre de Isa (Jesús), y siempre con alabanza y
respeto. De hecho, Isa es un nombre para varones musulmanes, como el
destacado periodista iraní, Isa Saharkhiz.
Son simple terroristas quienes en la Nochebuena hicieron estallar dos
bombas cerca de una iglesia abarrotada de Bagdad, dejando 35 muertos.
También matan a chiitas, sunitas y ateos.
El actual calvario que sufren los cristianos y otras minorías
religiosas en esta región, tiene dos principales puntos de partida:
- El fomento del integrismo islámico y cristiano (con la colaboración del Papa polaco Juan Pablo II) por parte de EEUU en la década de los 80 para luchar contra la URSS y las fuerzas progresistas de la zona (ver: El Vaticano contra EEUU); y
- La agresión dirigida por EEUU a Irak en 1991, tras el colapso de la URSS. El rediseño del mapa político y geográfico de la región por parte de Occidente implicaba el fin de la relativa estabilidad de los gobiernos semi laicos, y mantener un estado de guerra permanente.
Del millón y medio de cristianos iraquíes del censo de 1987, solo
quedan un tercio. Decenas de iglesias centenarias han sido derruidas,
cinco en el agosto 2004 por la aviación americana, y al menos 14 por los
grupos terroristas de distintos perfiles. Años atrás y bajo la
dictadura de Saddam Husein, las minorías religiosas gozaban de libertad
de culto, eran tratadas como la mayoría musulmana, y podían ocupar altos
cargos, como Tariq Aziz, cristiano, que fue ministro de exteriores y
hoy enfermo y anciano espera la muerte en una prisión del país.
Pasa lo mismo en Siria, otro país cuyo Estado ha sido
desmantelado, según lo previsto por el Pentágono, como revela wikileaks
que cita el mensaje del 13 de diciembre de 2006 del vicecanciller de
EEUU William Burns, quien detalla la estrategia y las actuaciones
encubiertas de su país para debilitar y derrocar a Bashar al-Assad. En
esta tierra de los primeros cristianos del mundo, los seguidores de
Jesús si por un lado son parte de las víctimas de los bombardeos del
régimen y atentados de los rebeldes como el resto de la población, por
otro son objetivos de los grupos terroristas fanáticos, financiados por
la alianza compuesta por Francia- EEUU-Arabia Saudí-Qatar. Miles han
tenido que huir de sus hogares, y sus milenarias iglesias han sido
destruidas, saqueadas, y sus reliquias robadas. Siguen en manos de los
secuestradores los dos obispos Boulos Yazigi y Yuhanna Ibrahim, cuyas
vidas valen, al menos, un millón de euros.
Tercer escenario: Navidad y los animales
La actividad de los mataderos durante estos días ha sido frenética.
Tenían que acabar con la vida de cientos de millones de animales,
apresados en el mar, aire y tierra, para enviar sus cuerpos a los
banquetes navideños (¡Nada que ver con la mesa de la última Cena!),
después de pasar un calvario en los campos de concentración, en los
corredores de la muerte y en los propios mataderos, sin duda uno de los
lugares más terroríficos que existe en nuestro planeta, ocultados
conscientemente del ojo público.
Para los creyentes de las religiones semíticas (judaísmo, cristianismo y
el Islam) la vida de un animal y un ser humano debería tener el mismo
valor. Así se percibe en la Génesis 22:7, cuando narra que Dios al ver
que Abraham, el patriarca de los tres credos, realmente estaba dispuesto
a degollar a su hijo Issac y quemarlo en la hoguera —solo por complacer
al Dios— (hoy, estaría en la prisión por fanatismo, intento de
asesinato con premeditación, con agravante de parentesco), éste le envió
un pobre cordero para que fuese sacrificado en lugar de Issac. De allí
la fiesta del “Sacrificio” de los musulmanes, en la que matan a millones
de inocentes ovejas, actuando en contra de la compasión con los
animales que se predica en sus sociedades. Cierto, los propios textos
sagrados están llenos de contradicciones: “Misericordia quiero y no
sacrificio, no condenaríais a los inocentes” (Mateo,12:7) aparece junto a
la apología del especiamos, afirmando que todas las seres vivos están
al servicio de la especie humana, para describir páginas después el
estado de un paraíso en cuyos manjares prometidos, no hay carne.
Si Jesús pertenecía a la secta mística de los esenios, era vegetariano, de cuerpo y alma limpios de crueldad,
al igual que los cátaros, seguidores de Mani, que practicaban la
compasión con los animales y se abstenían de matar y comérselos. Lo
mismo que hacen otras fes como el janismo, el zoroastrismo, el budismo y
el sufismo del Islam. Los judíos que se abstienen de comer carne, lo
hacen por coherencia religiosa: la carne nunca podrá ser kosher,
“correcta, pura”, ya que es casi imposible eliminar la sangre
completamente de los vasos más pequeños.
En EEUU, un año más, se repitió el espectáculo macabro en la Casa
Blanca en el que el presidente del turno debe indultar o enviarlo a la
cinta eléctrica a un pavo aturdido y aterrorizado. 22 millones de estas
hermosas aves son matadas, víctimas de la gula, crueldad y decadencia
moral del ser humano. En este país, durante las Navidades se masacra a
unos 4 millones de zorros y visones para abrigos de pieles, a 4
millones de cerdos y corderos, y buena parte de los 6 mil millones de
pollos que se comen al año. En dos semanas se arrancaron 33 millones de
árboles, destruyendo ecosistemas, llenando los vertederos, y arrastrando
la ética e inteligencia humana por los suelos (Ver: Los lunes sin carne. PACMA ).
Y no se preocupen. La dieta vegetariana no disminuye la inteligencia:
Albert Einstein, Miguel Ángel, Jean-Jacques Rousseau, fueron grandes
defensores de los animales y del vegetarianismo.
Quizás los mataderos deberían estar en los mercados y restaurantes con
paredes de cristal para que la gente pudiera mirar a los ojos de
aquellos hermanos condenados a muerte, y tener la oportunidad de poner a
prueba su conciencia.
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